Hoy, en vez de recordar el pasado, que ya lo han hecho otros, vamos a intentar hacer algo para "recordar" el presente. El tema del racismo y sus secuelas: la xenofobia, la intolerancia, la discriminación, la violencia contra las minorías, ejercida por grupos que se consideran herederos de aquellos que perpetraron el mayor genocidio de la Historia sigue, por desgracia, estando a la orden del día. Por ello reproduzco este texto del Colectivo No Violencia y Educación:
¡EH, AMIGO! TÚ LEER AQUÍ!
(Carta a un "cabeza rapada")(1)
Querido cabeza rapada:
Yo escribirte con palabras fáciles, para que tu poder comprender. Yo leer en periódico que tú ser "bestia", pero yo no creer. Yo creer que tu ser ignorante e ignorancia ser grande problema, también para mí. Porque ignorante ser persona débil y persona débil tener miedo y el que tener miedo ser persona que hacerse agresiva y hacer "bonk" con bastón sobre cabeza de pobre hombre.
Yo querer decir esto: si tú pegar a un hombre pobre, tú no demostrar tu fuerza, tú demostrar tu debilidad y estupidez, porque su cabeza rota no resolver tu problema.
Tu problema ser que tú vivir en suburbio de mierda, sin trabajo o con trabajo de mierda. Tu problema ser que tú ser última rueda del carro y por eso tú querer volverte fuerte y tú tener razón pero nadie se vuelve fuerte pegando (cuarenta contra dos) a dos personas débiles. Si tú querer ser fuerte, tú deber rebelarte a tu debilidad, tú deber pensar. En tu cráneo afeitado haber cerebro. Tu cerebro necesita alimento, como tu estómago. Tú entonces intentar "hablar", "leer", y preguntarte por qué tú vivir vida de mierda. Esto es cultura y cultura ser fuerza para mejorar a las personas.
Yo saber que leer es muy cansado, pensar ser aún más cansado, mucho más cansado que gritar "negro de mierda" o "sucio judío". Gritar gilipolleces ser muy fácil. Todos ser capaces de insultar y odiar.
A mí no me importa nada si tú afeitar tu cráneo o llevar botas militares; por mí tú poder ponerte alcachofa de sombrero y tatuar tus nalgas. A mí importar que tú respetar a ti mismo, tu cerebro y tu dignidad. Así tal vez tú aprender también a respetar a otras personas.
Si tú gritar "sucio judío", tú debes saber por lo menos qué es ser judío. Y si tú saber qué ser judío, tú probar a preguntarte qué tal si quemasen en hornos a tu madre, tu padre, tus hermanos, tus amigos, a ti mismo. Si tú empezar a hacer preguntas, tu empezar a vencer, preguntas ser como llave de coche: basta una para encender el motor y llegar lejos.
Yo, muy preocupado por ti (y también por las cabezas de los que quieres pegar). Yo preocupado porque el poder, cuando ver personas ignorantes, hace dos cosas: meterte en la cárcel (y cárcel ser como un inmenso "bonk" sobre tu cabeza). O bien servirse de ti como esclavo, mandarte a pegar, torturar y quemar a otros, mientras él vive en buena casa, con buen coche y con buena tía. ¿tú querer ser libre? Mantiene tu cráneo afeitado pero aprende a amar a tu cerebro. La fuerza y el poder habitar ahí: dentro del coco, no sobre el coco. Ciao.
Y tampoco conviene olvidar cómo pueden ocurrir Abu Graib, Guantánamo, los campos de refugiados palestinos, sudaneses, ruandeses..... no sea que encontremos más de un Auschwitz al lado de nuestra casa.
El concepto aparece por primera vez en la trilogía La Era de la Información, del profesor Manuel Castells, publicada en España en 2001. Se refiere a un sistema dentro del paradigma informacional, en el que la propia realidad (es decir, la existencia material y simbólica de las personas) está plenamente inmersa en un escenario de imágenes virtuales, en un mundo de representación, en el que los símbolos no son sólo metáforas, sino que constituyen la experiencia real. Por ejemplo, Odyseo es tan real como yo mismo, aunque solo exista en la blogosfera y se exprese a través de sus blogs; Odyseo vive en el espacio de los flujos y el tiempo atemporal. No tiene ubicación definida ni caducidad. Y Odyseo soy yo y yo soy Odyseo. Eso es la virtualidad real y es tan real que es la realidad misma porque es dentro de la estructura de estos sistemas simbólicos atemporales y sin lugar (u-thopos) donde construimos las categorías y evocamos las imágenes que determinan nuestra conducta, nutren nuestros sueños y alimentan nuestras pesadillas.
Odyseo forma parte de una red de experiencias (mis lectores-leídos habituales) que construye una cultura de la virtualidad. Una realidad virtual que vale no solo por su valor sino por nuestro modo de apreciarla. Esa realidad virtual ha existido siempre en forma de imagos, imaginarios, sistemas simbólicos, pero ahora ha generado otra realidad que va más allá (virtualidad real en palabras de Castells, hiperrealidad en palabras de Baudrillard) y en la que flotamos progresivamente.
Hace 150 años ni existía la fotografía, ni la radio ni el teléfono, ni, por supuesto, la televisión, el video, el ordenador o Internet. Esa tecnología ha desplegado entre nosotros y la realidad un nuevo plano existencial, blando y vacilante, de referencias traslúcidas y efectos especiales, algo desorientador aún, más frágil y casi ficticio.
Recuerdo que hace años, cuando se empezó a emitir una serie que enseguida consiguió el beneplácito de la audiencia, Farmacia de Guardia, la Iglesia protestó porque según ella en aquella serie se daba una visión sesgada y falsa del divorcio. Resulta que la pareja protagonista estaban divorciados y compartían amigablemente la tarea de educar y criar a sus hijos. Recuerdo que en uno de los episodios, los personajes ridiculizaron tal postura de la Iglesia y la audiencia subió. ¿Quién ridiculizó a quién? ¿En qué espacio, en el real o en el virtual? ¿Todavía alguien duda de la respuesta?
El foro alternativo de Davos ha premiado a las cinco empresas más irresponsables en materia social y ecológica. Tan denigrante galardón ha recaído sobre la empresa química Dow Chemical, la petrolera Shell, la financiera KPMG, la multinacional de la alimentación Nestlé y la cadena Wal-Mart.
De esta última es de quien me gustaría hablar. Este gigante de la venta al por menor (si fuera una pais independiente sería el ocatvo socio comercial de China) es un modelo de empresa explotadora para los trabajadores de todo el mundo. Su política de precios bajos corre paralela a la política de salarios cada vez más bajos y menores prestaciones sociales y sanitarias a sus trabajadores.
Su importancia es tal que no hace ni un año que se celebró un congreso multidisciplinar en la Universidad de California para estudiar a esta empresa.
Si a mediados del siglo XX General Motor, con su política de salarios elevados y prestaciones sociales de calidad para sus empleados, revolucionó el sistema capitalista y ayudó a crear la clase media más próspera que había existido nunca al obligar a otras empresas a copiar su modelo, Wal-Mart también está revolucionando el panorama mundial pero en un sentido contrario: las estrictas prácticas laborales de la empresa y su política de salarios bajos la convierten en el templete del capitalismo del siglo XXI (un capitalismo que recuerda cada vez más al de los inicios del siglo XX).
La aplicación dinámica de los avances tecnológicos y de la información aportada por sus clientes, junto a una cultura directiva autoritaria y despiadada, convierten a esta empresa en un gigante de enorme influencia, que altera la política de fabricación de sus proveedores y desequilibra el conjunto de la fabricación mundial. Obliga a sus empresas proveedoreas a bajar sus precios (y por tanto éstas tienen que reducir sus costes a base de bajar los salarios de sus trabajadores y empleados).
Pero además, esta política de precios bajos tiene una consecuencia, si cabe, aún más grave, pues fomenta el consumo excesivo y a la larga provoca conflictos medioambientales.
La gran pregunta es si los clientes, que sin duda se ven beneficiados por los bajos precios de esta cadena, se decidirán a apoyar la lucha contra esta empresa o seguirán votándola a diario cuando pasan su tarjeta por la caja registradora.
Ayer aparecían en los medios de comunicación unas sorprendentes críticas del Papa al Gobierno español por fomentar el laicismo, ir en contra de la religión, por los preservativos, los matrimonios gays
y el Plan Hidrológico Nacional. Sí, habéis leído bien: Plan-Hidrológico-Nacional. Nada, que por lo visto no tienen otra cosa que hacer, que ya están muy mayores y que no hay que hacerles mucho caso.
Pero lo que si resulta preocupante, aunque al menos no en esta España demonizada y atea y en esta Europa secularizada y agnóstica, es que en el resto del mundo está aumentando a marchas forzadas el número de mezquitas, campanarios y demás empresas autónomas del sector de la salvación de almas.
En China las casas que se utilizan como iglesias clandestinas aumentan a un ritmo que ni el gobierno ni los organizadores de semejante tinglado saben muy bien de qué número estamos hablando. En Sudamérica, los nuevos pentecostales proliferan haciendo una clara competencia a los obsoletos católicos romanos. En Estados Unidos, los protestantes más conservadores dan su apoyo a un Bush el Menor que solo crece en las urnas.
Las consecuencias son claras: a más religión, más guerras, más odio entre grupos distintos y más violencia entre países vecinos; a más religión, más sida, más incultura y analfabetismo (más de la mitad del mundo musulmán y el mundo católico son analfabetos). El integrismo se adueña de aquellas zonas más marginadas socialmente y alimenta la violencia terrorista en Chechenia, Irak, Afganistán, Indonesia, Sudán, India, Pakistán, Nigeria y un largo etcétera. Los talibanes modernos, cuando alcanzan el poder político, no se dedican precisamente a sacar a sus seguidores de la miseria que les lanzó en sus brazos, sino al contrario, a fomentar que los rebaños de fieles ciegos sigan creciendo a mayor gloria de dios. Por el otro extremo social, el de las capas altas y élites económicas, crece el fundamentalismo, que mancha menos sus pulcras ropas pero ensucia igual las manos (las conciencias no, porque no las tienen): evangélicos, opusdeístas,
Y el problema es que un extremismo llama y alimenta al otro en una espiral sin fin.
Hasta la interpretación de las catástrofes naturales se vuelve irracional cuando la religión se mete al medio: los budistas que han sobrevivido al tsunami en Sri Lanka piensan que se ha debido a que ellos son budistas y sus vecinos no; los musulmanes más radicales están haciendo su agosto entre los supervivientes al desastre porque consideran que ha sido un castigo de Alá a los tibios musulmanes y a los impuros cristianos; para los cristianos se trata de un castigo divino por nuestros pecados. De paso, aprovechan para echarse la culpa entre ellos: los budistas y musulmanes culpan a los cristianos; los cristianos e hindúes a los musulmanes, y los más recatados se echan la culpa a sí mismos.
Y yo me pregunto si Dios querrá todo eso.
Después de leer todas vuestras aportaciones y respuestas a la pregunta de abajo, creo que me toca contestar a mí. Ya sé, yo juego con ventaja tras haber leído todos vuestros comentarios, pero para algo este blog es mío ;-)))
Fundamentalmente, coincido con quienes habéis dicho que el amor no se explica, sino que se siente. El amor es un sentimiento y como tal, lo más importante es sentirlo y experimentarlo. Aquellos que solo tienen del amor la teoría se van a la tumba con dolor y tristeza.
El amor no sirve para llenar necesidades y carencias, ni para suplirlas. Sí sirve para cambiarlas. No podemos confundir el "te necesito" por el "te amo", porque tiene unas consecuencias nefastas para la relación de amor y para las personas implicadas.
Cuando yo amo, me entrego, pero sin perder mi ser yo. Me descentro pero no me pierdo ni me sustituyo. Caminaremos juntos mientras nuestros caminos coincidan, pero no dejaré de quererte cuando nuestros caminos se separen.
Como señalan Pep y Peke en sus comentarios, amar significa amar al OTRO, no sólo lo que me gusta del otro. Descubrir, entonces, que Yo y el OTRO podemos ser distintos (de hecho siempre lo somos), que tenemos derecho a ser distintos, a ser como cada uno es, es importante como síntoma de que estamos en el buen camino. Descubrir al OTRO significa darse cuenta de que el otro no eres tú, y que el otro es como es no como quisiéramos que fuera. Cuando descubrimos todo eso y aún así amamos al otro, es que lo amamos de verdad, sin engaños.
Porque una forma de engañar a la persona que se ama es quererla porque pretendemos que se acabe convirtiendo en nuestra calca, que cambie "sus defectos" para acabar teniendo los nuestros.
Porque el amor es gratuito. Cuando amamos, nos entregamos en cuerpo y alma, en todo momento y circunstancia, como señala Mi Rival, pero lo hacemos sin esperar nada a cambio, ni siquiera la misma moneda. El amor te despierta ese entusiasmo por la vida del que hablais varios de vosotros, porque el amor es vida: Ya puedes tener, alcanzar...... que si no hay amor, de nada te vale, decía Pablo.
El amor es mucho más amplio que el simple amor de pareja, que la amistad o el enamoramiento. Ni siquiera se reduce al afecto entre familiares o amigos.
Y como nos recuerda Juanito, citando a Fromm, a amar se empieza amándose a uno mismo. No podemos dar a nadie lo que no tenemos, y si no nos tenemos amor, a nadie podremos darlo. A amar tambien se aprende, recibiéndolo. Por eso, quien no ha recibido nunca amor, no ha aprendido nada más que resentimiento, dolor, odio y rabia.
Pero el amor que se da, como la siembra, te devuelve también amor como cosecha. No necesitamos grandes cosas ni grandes hazañas: el mejor amor está en el día a día, en esos sencillos y simples gestos de amor de cada día, en forma de sencilla sonrisa, de palabra amable, de dar la mano, de prestar una ayuda, de entregar parte de tu tiempo, de tener paciencia, de tolerar las pequeñas dificultades, de olvidar los pequeños defectos, de esperar, de dialogar, de mantener la calma...
El amor se da sin medida ni condiciones, como dice Zirbeth, porque cuanto más damos, más tenemos. En el amor nos entregamos enteros y crecemos en él como personas.
¿Qué es amar?
Como decía ayer, el concepto social de belleza es efímero y cambiante. El canon de belleza, en cada época, lo han decidido los ricos y los poderosos, adueñándose de ella como de todo lo que despertaba su codicia. Durante siglos fueron los reyes y la Iglesia los que marcaron el canon de lo que se consideraba bello. Más tarde fue la burguesía, con otros gustos estéticos, quien marcó con sus modas los vaivenes artísticos del mundo moderno.
¿Existe, entonces, la Belleza o es una mera moda pasajera, voluble y sin mucho sentido? ¿Se puede decir de algo que es absolutamente hermoso y bello?
Responder a esas preguntas requiere una reflexión compleja y en profundidad que no cabe en este espacio. Pero si cabe hacer unas primeras distinciones en cuanto que más que de Belleza, en singular, deberíamos hablar de Bellezas en plural: existe una belleza natural, que se encuentra tal cual en la naturaleza no alterada por el hombre, y una belleza no natural que ha sido alterada, trabajada, esculpida, pintada u operada por el ser humano; también podemos distinguir entre la belleza abstracta y la belleza concreta, la belleza efímera y la belleza duradera (no me atrevo a decir eterna). Hay incluso, bellezas raras, que resultan estéticamente atractivas precisamente por su rareza o extrañeza respecto a lo abundante o normal.
En cualquier caso, aunque concluyamos que existen muchas formas de bellezas y categorías y criterios estéticos, lo cierto es que la Belleza, lo que nunca es, es estática. Lo que resultó bello a los hombres paleolíticos (Venus de Willendorf, por ejemplo), resulta casi grotesco al hombre actual; la belleza oriental no sigue las mismas directrices que la belleza occidental; la estética juvenil no suele coincidir con la estética de los mayores, la de los hombres es matizadamente distinta de la de las mujeres...
Sin embargo, los científicos han llegado a descubrir ciertos parámetros consustanciales al ser humano y su cerebro que podrían enmarcar, dentro de unas grandes líneas, aquello que siempre y en todo momento y lugar puede responder al concepto de belleza: el equilibrio, la armonía, la proporcionalidad y la simplicidad. Si esto fuera así, existiría una belleza absoluta, no sujeta a los vaivenes de la moda, aunque luego hubiera que traducir esa abstracción a la realidad cambiante, a los tiempos y culturas diversas.
La belleza es un concepto dificil y complejo, sobre todo cuando hablamos del otro sexo. El concepto social de belleza es efímero y cambiante. Por ejemplo, en el siglo XVII en los Países Bajos, parece ser que gustaba un tipo de mujer oronda y entrada en carnes, celulítica y blanda, rosacea y femenina. Hoy en día, todas las señoras que responden a ese tipo o pasan de complejos o pasan por la tortura de las dietas o los quirófanos. Y es que hoy se lleva un tipo de mujer-lagartija, huesuda y sin curvas, anoréxica y desmejorada, con ojeras y cara de mala leche, como las que vemos a diario desfilar por las pasarelas, con unos andares que siempre parecen amenazar derrumbe y que, aunque recuerdan a los pasos de los caballos jerezanos, no tienen la elegancia ni el ritmo de estos.
En la versión masculina los cambios han sido igualmente extremos: del varón velludo y adornado por una musculatura natural fruto del trabajo manual o guerrero, hemos pasado a un ser andrógino, medio híbrido, como cocido en su propio jugo, rapado y sin vello alguno, salvo en un rostro sin afeitar desde hace una semana, con una musculatura de gimnasio y maquinita y cara de mala leche.
En resumidas cuentas, en estos tiempos en que todos y todas andan clamando por la igualdad de sexos, no sé si a nivel de derechos lo habremos conseguido, al menos en un plazo relativamente breve de tiempo, pero a nivel de cuerpos cada vez nos parecemos más... y, sobre todo, en la cara de mala leche.
Y es que tanto luchar contra corriente y contra natura debe ser agotador.
La verdad es que uno no deja de asombrarse ante lo que depara la actualidad. Para muestra un botón:
- Ahora resulta que la Conferencia Episcopal Española, tras haberse entrevistado su portavoz con la Ministra de Sanidad, declara que sí se puede usar el preservativo para prevenir el sida. !Alucina vecina! El mismo obispo portavoz que hace unas dos o tres semanas fustigaba a los presentes con la condena taxativa y sin paliativos a los que usaran el condón, ahora nos dice que se puede usar. Es decir, que lo que moralmente estaba mal hace tres semanas ahora está bien. Y yo me pregunto qué le habrá dicho la ministra para convencerlo. ¿O es que el Gobierno se ha decidido a apretarle los bajos (dinero) a la Iglesia si ésta no se aviene a sus proyectos? Por lo pronto, el Vaticano y el Opus Dei ya están diciendo que no se creen lo que han escuchado ni están dispuestos a admitirlo. Y la Conferencia Episcopal ya ha rectificado las palabras de su portavoz.
- En la manifestación convocada para hoy en Getxo en protesta por el atentado con coche bomba de ETA, no habrá pancarta alguna encabezando dicha manifestación, porque el alcalde del PNV se opone a que en dicha pancarta aparezca el eslogan en euskera y también en castellano. Y yo digo si este no es un vivo ejemplo de lo que realmente preocupa a los políticos, que no tiene nada que ver con lo que preocupa a la gente. Y digo tambien que si esto no es un buen ejemplo de cómo los políticos crean problemas donde no los hay (o no los debería haber). Y en el País Vasco debe haber cosas más importantes que solucionar y problemas más graves para resolver.
- El Consejo General del Poder Judicial, en su informe, compara las uniones entre homosexuales con las uniones entre más de dos personas o entre personas y animales. Considera que abrir el matrimonio a las parejas homosexuales adultera y desnaturaliza a la institución del matrimonio. Yo me pregunto si con eso de uniones entre personas y animales se estarían refiriendo a esas mujeres que están casadas con los bestias de sus maridos y que solo reciben palizas de ellos, porque otra cosa no me cabe en la cabeza. En cualquier caso, parece que ahora van a rectificar y van a quitar ese contenido del informe.
Total, señores y señoras, que el patio anda revuelto y más de uno haría bien en morderse la lengua, que ya son mayorcitos y para eso les pagan.
El proveedor de servicios de internet UK Online ha realizado un estudio entre una muestra de sus empleados y clientes para comprobar, entre otras cosas, qué hábitos nutricionales mantenían mientras estaban delante del ordenador.
A la vista de lo que han encontrado bajo las teclas, resulta que nuestros teclados son unos chivatos magníficos de nuestros hábitos y costumbres no solo nutricionales: entre restos de pan, patatas fritas, sandwiches, fiambres, palomitas, cáscaras de pipas y chucherías varias, también se encontraban trozitos de uña, arena, pelusas textiles, cabellos y hasta pelos púbicos. Y esto me lleva a pensar varias cosas.
Primero, que eso del sexo virtual y por internet deja tantos rastros como el real y en el sofá. Segundo, que teclear con una mano mientras con la otra te dedicas a otros menesteres (y ahora me estoy refiriendo a los menesteres gastronómicos, mal pensados) es no solo complicado sino poco productivo.
Un análisis de las sustancias adheridas a las teclas ha descubierto que junto a restos de diferentes tipos de azúcares y aceites, se hallaban sustancias de esas con las que el equipo del CSI manda a la carcel al violador más escurridizo.
Así no es de extrañar que UK ONline recomiende a sus empleados que se laven las manos antes de comer, que no coman comida basura y que se den un paseo fuera de la oficina.
Sobre los otros hábitos no sugiere nada.
Hace unos días saltaba la noticia en diferentes medios de comunicación: los bancos van a cobrar por usar los cajeros automáticos. El primero en apuntarse a tal medida ha sido el Banco Popular (cuyos principales accionistas y clientes son los de la Obra de Dios y las entidades religiosas) que ha anunciado que cobrará 0,30 cada vez que uno meta su tarjeta en la ranurita de sus cajeros. Seguro que los demás no tardarán en apuntarse a tan justificada y popular medida. Porque claro, el gasto que supone a un banco instalar tales aparatos es muy grande, sobre todo una vez que ya han amortizado el beneficio que obtuvieron al reducir sus plantillas por efecto de la automatización y mecanización de muchos procesos y operaciones bancarias.
Luego, cuando anualmente non anuncian los números de sus resultados, nos quedamos acongojados al descubrir que haya crisis económica o no la haya, suba el precio del petróleo o baje, esta pandilla de bandoleros de tres al cuarto obtienen siempre un 20% más de beneficios que en el ejercicio anterior, que ya obtuvieron un 20% más de beneficios que en el ejercicio anterior, que ya........
Así uno comprende que el apellido de uno de los más afamados bandoleros de este país sea "botín"; comprende que estas alimañas perfumadas, que levantan estas grandes corporaciones con enorme sacrificios y esfuerzos... ajenos, tengan que lavar sus beneficios en las Islas Caimán, mientras sus desprotegidos y esquilmados clientes pagan hasta por respirar el aire de la sucursal bancaria de su barrio.
Ya puestos en este trance, en vista de que si me pongo a tirar piedras contra las cristaleras de estas entidades de beneficiencia puedo terminar pagando aún más a estos mercaderes del dinero, propongo decorar cada cajero automático con la típica "boina", trabuco y faja del bandolero de Sierra Morena, cuna de todo el sistema financiero español.
Mientras tanto, tendremos que irnos metiendo la tarjetita por donde nos quepa.
¿O también nos cobrarán por ello?
Me había prometido a mi mismo que no iba a hacer ningún escrito sobre el Plan Ibarretxe. Ya sabéis los que me leeis desde hace tiempo que siento una animadversión visceral y racional hacia cualquier tipo de nacionalismo, por ser todos ellos anacrónicos, étnicos, aldeanos, religiosos confesionales y, fundamentalmente, egoístas. Sin embargo, me vais a permitir que en vez de hacer una larga reflexión de carácter político, me limite a hacer una analogía de anadar por casa. A veces estas "complejas" cosas que preocupan tanto a los políticos (y que en tan poco benefician a los ciudadanos) se entienden mejor cuando se explican con el lenguaje cotidiano de la calle.
Desde mi punto de vista, el "joven treintañero" Ibarretxe, tras una larga reflexión en la barra de la discoteca donde alterna con sus amigos (el abuelo Arzalluz, el tío Egibar, el colega de la "facu" Imaz y la pandi del barrio de siempre) ha llegado al convencimiento que no puede estar más tiempo en casa de sus papás y se va a ir a un piso de soltero, donde tendrá más libertad de entrada y salida, sin dar explicaciones a nadie, y podrá traer chicas sin problemas y con más intimidad.
Pero ha pensado, mira qué buen chico, que para que sus padres no se disgusten y le echen mucho de menos, va a ir a su casa a comer los domingos. De paso le dejará a su madre la ropa sucia de la semana para que se la lave (que es que la pobre si no se siente un ser inútil), se llevará unos "tapper" con comida congelada para toda la semana (si es que como cocina la madre no hay nada) y les pedirá el dinero del alquiler de su piso cuando no le llegue.
Y así todos contentos. Tanto revuelo para una cosa tan natural.... Pobres ingenuos!!!
NOTA: por fin vuelvo a poder entrar en casa (zonalibre)!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Son las ruinas de su vida, no sólo los escombros de su casa. No se nota pero es domingo, un domingo por la tarde con las horas hechas cascotes y sus minutos, polvo.
Desde ese momento hasta la noche, y durante varios días, padre e hija andarán sobre los escombros, mirando que el pie no se les meta entre los huecos de su destruida vida.
Si se miran hacia dentro, todo el paisaje está cubierto de escombros y desechos emocionales, repletos de miedo, de un miedo que se pega como azufre a la garganta y te quema y no te deja respirar. Lo han perdido todo, menos las manos y los brazos con que se aferran el uno al otro, como dos edificios adosados, resistentes a enormes cantidades de desamparo.
Necesitarán muchas vidas para olvidar este desastre. Sus ilusiones yacen desperdigadas junto a sus muñecos, sus cepillos de dientes y el que fue su sillón favorito.
En las escuelas de arquitectura estudiarán la resistencia de los materiales, pero no hay escuela donde estudien la resistencia humana de esos dos seres, abrazados y llorando, desesperados y rotos, sin entender qué mal pueden haber hecho salvo el de ser palestinos.
Mañana serán otros brazos y otros seres los que vean cómo entran las máquinas y los soldados a derribar sus muros, sus casas y sus vidas. Y se preguntarán qué han hecho ellos, por qué nadie detiene ese horror, por qué ya nadie se conmueve ante su tragedia.
(Fotografía publicada en El País hace unos meses. Desconozco el autor)
Llamamos turistas a aquellas personas que, procedentes de unos sitios, visitan otros sitios con ánimo de descansar, degustar sus comidas típicas, tomar el sol en sus playas, fotografíar sus monumentos, beber sus licores y divertirse en sus fiestas. Los turistas, a diferencia de los viajeros (como ya he comentado en alguna ocasión aquí), generalmente no se involucran demasiado con la población local, no profundizan apenas nada en su conocimiento de la situación del lugar visitado ni llegan a alcanzar un grado de empatía muy elevado respecto a los lugareños y sus costumbres. Son turistas y no se les debe pedir más, porque entonces dejarían de sentirse cómodos y no volverían a visitarnos.
Hace unos días, todos hemos tenido oportunidad de ver unas imágenes sorprendentes en las que un grupo de turistas europeos tomaba el sol tranquilamente en una playa del sudeste asiático mientras contemplaban con impasividad la tragedia a su alrededor. Todos, y yo el primero, nos hemos rasgado las vestiduras y hemos criticado duramente esa actitud, claramente inhumana e insensible.
Sin embargo, a nada que lo pensemos detenidamente, todos miramos a diario, a través de los periódicos o la televisión, informaciones, noticias e imágenes de otros desastres que ocurren en otras zonas del mundo: refugiados etíopes que se mueren de hambre, jóvenes palestinos que portan el cadaver del último asesinado por el ejército israelí, cuerpos deformes por el estallido de la última bomba en Bagdad, enfermos de Sida que agonizan en camastros en cualquier hospital africano... Todos sabemos que cada día mueren 30.000 niños de hambre y enfermedades sólo en Africa, que 100.000 personas adultas mueren semanalmente por guerras, hambre, sida o malaria, sabemos que eso equivale a un "tsunami" cada semana y nos quedamos tan impasibles. Contemplamos esa realidad mientras comemos o cenamos, mientras desayunamos o vamos en el metro. Algunos, apadrinamos a un niño, pagamos una cuota anual en alguna ONG y tranquilizamos nuestras conciencias: ya tenemos la foto para enseñar a nuestra vuelta a casa. Pero realmente, a eso se le llama turismo y a los que estamos así en el mundo sólo se nos debería tratar como a turistas, con perdón.
La vida es un estado de búsqueda continua. Desde que nacemos hasta el mismo instante de nuestra muerte, habremos estando buscando: buscando preguntas, buscando respuestas, buscando afectos, buscando cómo curar las heridas provocadas por las rupturas, buscando sentido, buscando palabras, buscando razones....
Casi nunca encontramos lo que buscamos, pero de camino encontramos otras cosas: unas vienen bien y otras mal, todas son inesperadas. Algunas, yo diría que la mayoría si lo vemos con suficiente perspectiva, son superfluas y podríamos haber prescindido de ellas, pero entonces las aferramos como si fueran nuestra salvación.
Ese es el camino. Lo importante no es conseguir cosas, ni siquiera cosas espirituales, como la iluminación. Lo importante es vivir y comprender la Vida. Buscar la iluminación, como única meta, solo conduce a la ilusión. La vida está en otra parte y, de esta manera, la perderíamos. Tampoco la vida está del lado contrario, la vía hedonista y sensible, pues resulta tan ilusoria como la anterior. Ambas son estupendas vías de escape de la realidad, que nos alejan, en sus excesos, de nuestros semejantes y de sus necesidades. Pero, sobre todo, nos alejan de nosotros mismos, envolviéndonos en una nube de fascinación.
La vida real se mide en pasos muy normales y, casi siempre, nada heroicos: cuidar de un padre enfermo, mirar varias veces por la noche si al hijo le ha subido la fiebre, atender a tu pareja, procurar hacer bien tu trabajo, procurarte una dieta equilibrada de alimento intelectual, ayudar a tu anciana vecina a subir las bolsas de la compra, cuidar de los amigos, procurar ser un buen ciudadano...
Pocas veces hay respuestas a lo largo de ese camino, pero merece la pena.
A veces me hago la pregunta sobre si todo lo que fotografio es real o no. No hablo de las alteraciones que se hacen en el laboratorio o con el ordenador, sino de si el ojo del fotógrafo, sólo por mirar y escoger un objetivo, un ángulo, una luz y un encuadre, ya transfigura la realidad para adaptarla a un concepto previo que habita en su mente. La realidad es cambiante, imperfecta y dinámica, mientras que la imagen sostenida sobre el papel o sobre la pantalla es absolutamente estática y, puede ser, si nos empeñamos, perfecta. Uno de mis más admirados fotógrafos, Misha Gordin, contestaba a esta cuestión de la siguiente manera:
En vez de fotografiar realidades existentes, decidí fotografiar mi propia realidad imaginaria. Comencé a fotografiar conceptos.
El proceso es semejante a la escenificación de una pieza de teatro. Comienza con una idea (argumento) y después es preciso encontrar el local (escenario) y los modelos (actores) apropiados; hay que tomar decisiones sobre la iluminación y el vestuario, hacer unas fotografías preliminares (ensayos) antes del día de la verdadera sesión fotográfica (la noche del estreno).
Tiene muchas semejanzas no sólo con el teatro, sino también con el cine, la poesía, la pintura, la escultura y la música. Todos comienzan por un concepto y después siguen un guión o composición, unos bocetos, una afinación
Y todos reflejan posíbles respuestas a las más grandes cuestiones que se ponen ante uno: el nacimiento, la vida e la muerte.
Pero la fotografía tiene una ventaja: su verosimilitud. Nosotros tenemos una tendencia subconsciente a creer que aquello que vemos fotografiado en verdad existe.
(Declaraciones del propio autor en la Revista "Periférica" en el verano del 2003)
En el Viaje a Itaca podéis ver la que yo he elegido hoy.
El viejo Horacio siempre me recordó que en sus muchos viajes (realmente sólo hizo un único viaje que duró el trascurso de toda su vida) nunca había encontrado los carteles y letreros indicadores de muchos paisajes del alma que poblaron ineludiblemente el mapa de su corazón. No había carreteras trazadas ni caminos para llegar hasta ellos, pero existían y eran reales.
Nunca me desveló sus secretos ni vías de acceso, pero me describió aquellos paisajes de tal modo que aún puedo verlos retratados en la memoria: allí habitaban, como extraños, los seres olvidados, en casas de ladrillos de adios y sin compañía; sus calles estaban empedradas con trozos irregulares de sinsabores y sus ventanas, traslúcidas, aprovechaban los cristales de lágrimas derramadas por causas justas para resguardarse del viento de los besos no dados. El sol era del color de los amores perdidos. Para sus desplazamientos utilizaban un largo tren compuesto de mil vagones de ilusiones frustradas cuyo combustible eran las palabras falsas, previamente tratadas en una planta de significación ambigua. La basura la recogían en grandes camiones de corazones rotos.... A Horacio no le gustaba sacar fotos de los lugares que visitaba, pero aún guardaba un trocito de inocencia truncada como recuerdo. Decía que le servía como amuleto contra el sueño de la razón.
No sé por qué, pero hoy me acuerdo mucho de tí, viejo.
Queridos Reyes Magos:
Este año no voy a pedir que me traigáis nada. No es que no tenga cosas que pediros, es que en vez de traer, prefiero que os llevéis. Así aprovecháis el viaje, que debe ser muy largo.
Para empezar, quiero que os llevéis a Aznar, Acebes y Zaplana, y si os queda sitio, metéis en el mismo saco a su portavoz, un tal Vicente (un señor bajito, calvo y con bigote, que tiene una gracia!!!!). Los podéis dejar en casa de Pinocho, para que le hagan compañía.
También quiero que os llevéis a la Conferencia Episcopal al pleno, con Rouco a la cabeza. A estos los podéis dejar en un hospital de seropositivos en cualquier país africano, por que sepan lo que es realmente el infierno.
Y quiero que os llevéis a los galácticos, a los entrenadores xenófobos, a los tertulianos del corazón, a todos los participantes del Gran Hermano, a Mercedes Milá, a Sanchez Dragó, a los políticos periféricos ultramontanos, a los imanes talibanes, a los bancos que cobran comisiones en las cuentas para donativos, a los que circulan en sentido contrario, a José Luis Moreno y sus presentadoras descerebradas, a las top model anoréxicas, a los periodistas mentirosos, a los hinchas violentos, a los acosadores, a los maltratadores, a los mafiosos de las pateras, a los corruptos del negocio inmobiliario, a los dentistas abusones, a las que cuentan en la tele cómo las violó su peluquero mientras su cuñada estaba en el secador, a los niñas que prefieren estar antes muertas que ser sencillas, a San Judas Tadeo, a los enfermos imaginarios, a los donjuanes de pacotilla, a los pijos perfumados, a Ana y los siete, a Butiglione y a Bush que son de la misma letra.....
Bueno, no me quiero extender. Además, comprendo que habrá que atender otras peticiones y que esa noche (la única que trabajáis, por cierto) esteréis muy ocupados. Pero pensad que de esto no sólo me beneficiaría yo.
Mil gracias de todo corazón, queridos Reyes.
P.D: un último favor: ¿os cabría en alguna parte Carod Rovira?
Por más que uno no para de cumplir años no acaba de abandonar el paisaje mágico de la infancia para enfrentarse al duro desierto de la edad adulta. Aún hoy sigo pensando que, después de la mágica noche con la que despedimos el año, el nuevo día viene limpio de carga y lastre, nuevo, como recién estrenado, y con él, el año que le sigue.
Ingenuamente uno piensa que todo lo malo del año terminado quedará atrás con él y que con el nuevo año estrenaremos todo un mundo mejor, sin guerras, sin catástrofes, sin suicidas en las carreteras, sin políticos molestos e ineptos, sin curas sermoneando al personal, sin maltratadores, sin Bush y sin Aznar.
Ingenuamente uno mira la luz de la mañana y las calles vacías y respira esa paz creyendo que eso es el comienzo de algo nuevo y más puro. Es verdad que si uno no anda atento pisará enseguida un vómito o cualquier excrecencia perruna que le devolverá prosaicamente a la cruda realidad, pero a poco que tenga suerte, ese sentimiento le puede durar aún unas horas, sobre todo si no sale más de casa y no enciende el televisor.
La montaña de buenos propósitos se nos hace posible y nos seduce retándonos.
Se podría decir que somos hasta felices. Nos sentimos fuertes, capaces de arrojar lejos las ruedas de molinos con pinchos con las que hemos tenido que comulgar hasta hace poco. Mañana la tregua se prolongará por ser domingo y haber desaparecido la resaca.
Pero tarde o temprano llegará el vecino, el compañero, la madre, el periódico o el telediario y nos quitará como de una bofetada la niebla de los ojos, la magia del corazón y la ingenuidad de la cabeza: el año no es nuevo, sino de segunda mano, y viene con los hedores de las viejas miserias. No estamos ni más adelante ni más atrás. Estamos exactamente donde lo dejamos. ¡Señoras y señores, amigos todos, bienvenidos a la realidad!!!