Tan solo en tres semanas finaliza la estación en la que nos hallamos inmersos. Eso conlleva realizar ciertos cambios, aunque alguno de ellos sea tan simple como abrigarse más. No hacerlo produciría probablemente incomodidad y nuestra falta de adaptación a un nuevo clima estaría latente, provocando efectos secundarios en nuestra cotidianeidad.
Creo, que precisamente esos efectos secundarios son parecidos a los que me expongo en algunas ocasiones, cuando no me permito aceptar que las personas, las situaciones, los recuerdos, los proyectos, los amigos, el futuro, y la vida se transforman a cada instante y eso significa perder el control y me produce un sentimiento de desasosiego como el que siento ahora.
Evolucionar, significa de alguna manera rediseñarse, adaptarse a las nuevas realidades que estamos creando o que otros crean, soltar, perder para ganar. Hoy busco en mi fondo de armario, algo que armonice con el nuevo clima de mi vida y me doy cuenta de que está incompleto. Necesito vaciar, reciclar, rediseñar y renovar algunas prendas. Sin embargo y aunque me halle inmersa en ese proceso, el tren continúa su trayecto y el sonido que produce la inequívoca música de su avance va transformando, poco a poco, el desasosiego en calma.
Brisa
Suena una música suave... me enciendo una barrita de incienso y una vela naranja, mientras la miro, no puedo dejar de pensar, en cómo una llama tan pequeña me puede llenar con tanta luz. Es en momentos como éste, cuando desde mi propio silencio mejor me escucho. Mis pensamientos se condensan en cálidas gotas de mi misma y me dejo acariciar por todo eso que soy y que en muchas ocasiones apenas me atrevo a percibir, como si mi propia intensidad me diera miedo.
Y mientras mi respiración se va enlenteciendo, tranquila, segura en los pasos de su autónomo baile, yo me dejo llevar por su ritmo, mientras repaso, las últimas materias, vividas en mis últimos días y me entrego a esa pregunta vertida como al azar, pero que desnuda el brillo de tu curiosa mirada. ¿Qué edad tienes...? Y mientras sonrío entre coqueta y divertida, entregada a ese juego de adivinanzas, casi en una fracción de segundo, lo que dura la búsqueda de mi respuesta, me doy cuenta de que no tengo edad, de que nunca la tuve.
Soy, sencillamente soy, soy lo que me siento, aunque aun no haya descubierto todo de mí, soy incluso algunas cosas que no me gusta ser, que estoy aprendiendo a transformar, soy sobre todo amor, ese pilar que me hace fuerte a la vida, que quita peso a mis años y les aporta belleza, sensualidad, brillo, ilusión, esperanza, magia, pasión y me construye día a día sin apenas esfuerzo, como si pudiera sentir mis alas, huelo la tierra y la siento bajo mis pies y mientras camino, desde este lado de la pantalla, me sobreviene como al azar una pregunta ¿Que edad tienes...?
Brisa
Dicen que el chocolate es un sustitutivo del sexo, he de confesar que a mi me encanta el chocolate, pero vamos... no hay color, cada cosa es cada cosa y considero que la una y la otra son irrenunciables, pero puestos a elegir... tengo claro por cual me decanto ;-)
Hoy se me ha ocurrido enfocar la navidad desde otra perspectiva y es que estoy un poco harta de esos quejosos en los que nos estamos convirtiendo, no nos gusta algo y solo sabemos quejarnos sobre ello, pero no movemos un dedo para transformarlo. No nos gusta el consumismo de la navidad pero nos lanzamos compulsivamente a comprar y tristemente en algunos casos por encima de su capacidad económica, en realidad solo estamos repitiendo patrones, intentamos calmar nuestra sed de amor con el agua equivocada.
No nos gustan esas tediosas, obligadas reuniones familiares en las que se llevan a cabo toda clase de excesos y estamos tan centrados en ello, que nos olvidamos de lo sencillo que es convertir una reunión de personas, unidas por cualquier tipo de lazo, es una fiesta de comunicación y cariño, ni siquiera es necesario que los miembros sentados alrededor de la mesa hablen el mismo idioma, hay muchas maneras de comunicarse y a veces tan solo se necesita un poco de buena voluntad entre los participantes, para que algo sin demasiado sentido se convierta en algo para recordar.
Pero si a pesar de nuestro buen hacer, si a pesar de que hemos intentado dar lo mejor de nosotros mismos, nada funciona y seguimos sin sentir por ninguna parte el espíritu de la navidad, siempre podemos acogernos al viejo eslogan de Haz el amor y no la guerra puede ser una forma de hacer que ésta navidad y otras venideras adquieran un sentido distinto para nosotros, a ellos nuestros predecesores, parece que les funcionó eso de Hacer el amor así que anímate y pon tu granito de arena en esta navidad.
El paisaje de la navidad es como cualquier otro paisaje, no es tanto el paisaje en sí, sino como lo recibe tu mirada, así que si no te gusta lo que ves, siempre podemos hacer algo aunque sea pequeño para transformarlo e influir así en el paisaje de los demás, como dijo Krishnamurti La verdad es lo que se ve en su totalidad ¿Consigues verlo tú?
¡¡FELIZ NAVIDAD¡¡ Sea lo que sea, lo que para ti signifique la navidad....
Brisa
NOTA de la Redacción: el resto del equipo de redactores nos unimos a semejante iniciativa, no entre nosotros, aunque se podría, sino con nuestras respectivas parejas, que para eso están. ;-)
No nos damos cuenta que no escuchar nos está llevando a quedarnos con la razón y con la soledad a partes iguales, fracasamos en nuestras comunicaciones personales y sí, digo fracasar porque la mayoría de las veces ni siquiera lo intentamos, estamos tan apegados al resultado que deseamos obtener (que se nos escuche) que nos olvidamos del proceso y generamos la mayoría de las veces conversaciones solo para besugos, en las que nos movemos eso sí, como pez en el agua.
No nos sabemos escuchar ni tan siquiera a nosotros mismos, no sabemos escuchar nuestros sentimientos y por tanto no los reconocemos, mientras, nuestra alma se debilita y nuestro corazón se endurece. No sabemos escuchar nuestro cuerpo hasta que nos grita mediante la enfermedad. No sabemos escuchar al planeta y éste se está quedando afónico, mientras nuestros políticos se pasan la pelota unos a otros en un juego absurdo de incomunicación absoluta.
Estos días he estado reflexionando sobre mis propios límites, me he reconocido en ese elefante pequeño al que un día para domesticarlo le ataron a una estaca de la que no pudo escapar y luego al crecer a pesar de que la cadena se había roto, continuó encadenado a sus propios miedos y no volvió a intentarlo. Tristemente así actuamos muchos de nosotros, nos creamos límites para sentirnos seguros o lo que es peor aceptamos otros como propios, con los que nada tenemos que ver y luego nos olvidamos de volver a intentarlo.
Sin embargo si mejoramos nuestra relación con las palabras, con la verdadera esencia de esas palabras que de alguna manera nos contienen, y en lugar de que nos limiten, logramos abrirnos a un diálogo enriquecedor que contribuya a nuestro crecimiento y libertad personal, si logramos conversar, expresar, escuchar lo que otros tienen que decir activamente, es posible que nos sintamos más fuertes para romper todas esas barreras y lograr que nuestro pequeño mundo personal se amplíe y potencie, ya lo dijo alguien en algún momento, en algún lugar... La unión hace la fuerza.
Brisa
Hace poco que se ha estrenado un film de Antonio Mercero, su historia esta centrada en una dolorosa enfermedad: el alzheimer, para ser sincera no he visto la película, pero leer una crítica de la misma me ha conducido a una profunda reflexión, desde una perspectiva diferente.
Creo que contamos con distintas clases de memoria, es posible que en algún momento de nuestras vidas, nuestras memorias se confundan en sus historias, se dispersen, se fusionen o tal vez sean meras desconocidas unas de otras y cada una de ellas quede esculpida, invisible e inexpugnable en nuestro ser, esperando a que el buscador que habita en cada uno de nosotros, se atreva a aventurarse en ese maravilloso desconocido.
Nuestra propia ley de seguridad personal, nos obliga a someternos a innumerables medidas de protección, nos protegemos contra el dolor de los desengaños, contra la tristeza, contra la vulnerabilidad, pero cuanto más eficaces resultamos en esa protección, más en peligro de extinción nos sentimos, más cerca de lo que pretendemos evitar y más lejos de la belleza que se esconde alejada de todas esas máscaras que se nos adhieren como si dispusieran de voluntad propia.
Produce un gran dolor, una gran impotencia, el olvido, el silencio de la memoria por terminar, pero creo que si en algún momento de nuestra vida llegamos a conocer la respuesta a la pregunta que da título a este post, si somos capaces de conectar con la esencia de su origen, su respuesta quedará grabada para siempre en la memoria de nuestra alma y ninguna enfermedad podrá arrebatarnos lo que un día fuimos lo que nunca podremos dejar de ser, lo que hoy somos.
Brisa
El corazón tiene razones que la razón no entiende Blas Pascal
Desde el suelo y con el trasero aun dolorido por el impacto, me pongo a buscar frasecitas que sirvan de tirita para camuflar mi torpeza, mientras con la agilidad que siempre se apodera de nosotros en estos casos, me vuelvo a colocar en posición vertical, comenzando a pensar, en aquella que dice.. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Tengo la excusa perfecta, contra los genes no se puede hacer nada, pero me temo que sí, acabo de recordar que en mi sistema de creencias, existe la posibilidad de hacer modificaciones.... hoy me siento respondona, así que reflexiono, soy mujer, así que esa frase..... ¿no va conmigo??
Pero no suelo rendirme fácilmente, me levanto una y otra vez, quizás porque ese lugar de mi memoria donde el concepto tiempo pierde su valor, recuerda aun conmovida, cómo empecé a dar mis primeros pasos, cuando según los adultos apenas tenemos uso de razón -¡Que maravilla¡-
Nunca o siempre son palabras que usamos con demasiada ligereza, si ni siquiera disponemos de la información elemental de sí existiremos mañana, ¿Seré siempre igual? ¿Pensaré de la misma manera? ¿Sentiré de la misma forma? Quizás sean palabras que nos ofrezcan un sentido de permanencia, quizás sean palabras inventadas para esclavizarnos y acostumbrados a nuestra falta de libertad y ni reparamos en ello al utilizarlas.
Se me ocurre tomar una balanza, a un lado coloco la razón al otro el corazón, no tiene mucho sentido esta medición, así que desestimo sus resultados, pero me permito sentirme feliz con ellos.
Aparece una última pregunta... ¿A qué vendrá tanta inconexión de pensamientos? Me doy cuenta de que en realidad todo está conectado y estoy llegando cada vez mas lejos en ese viaje hacía mi misma. Lo mejor, creo, es el bonito paisaje que se va atravesando hasta llegar a ese lugar, independientemente de la parada en que baje cada uno.
Brisa
Esta tarde me ha llegado un correo en el que me adjuntaban un vídeo, he de confesar que no me acaban de gustar ese tipo de correos, sobre todo si huelen a cadenas a seguir, pero el comentario que lo encabezaba me ha animado a hacer una excepción y abrirlo, decía así: El miedo no se irá nunca, reconócelo y lánzate, verás como se desmorona, sentir miedo es humano además de limitante, enfréntalo. En el vídeo una serie de personas, cambiaban probablemente su destino y el de otros, retrocedían ante su miedo, para luego avanzar y lograr vencerlo.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras y a mí por sencillas y cotidianas me han impactado las que he visto, me he visto a mí misma, dejando de hacer cosas por temor a no ser lo suficientemente buena, pero ¿Buena en base a que?, ¿Comparada con quién?, ¿Cuantas veces habré permitido que mi miedo me gane la partida sin oponer apenas resistencia? Me niego a tener sueños muertos.
Creo que no importa los títulos que poseamos, nuestro éxito profesional, ni siquiera lo abultada que sea nuestra agenda social, todos sentimos miedo, la mayoría de las veces, nuestros miedos son infundados, sufrimos por males que nunca han de suceder, disparamos crueldad apenas nos sentimos amenazados, tenemos miedo y a veces ese miedo puede resultarnos útil en su justa medida, pero aprender a vencerlo es vital para no perdernos la vida, para no tener tanto miedo a la muerte.
Siempre somos más fuertes que nuestros miedos. Siempre.
Brisa
Regresar no es lo mismo que volver. Regresamos y todo parece tan igual...., entonces... ¿Por qué nos sentimos tan diferentes? Un ligero frío apenas perceptible se apodera de ese que creemos ser, pero no somos. Una vez más los publicitarios que nos gobiernan, nos han ganado la voluntad, sus noticias alarmantes, sus estadísticas de accidentes, divorcios, fracasos escolares, crisis económicas, depresiones post vacacionales, de todo, andan peor, nos hacen sucumbir y abanderados por el veneno del miedo, como refugiados de nuestras propias vidas, nos detenemos, grises, antes siquiera de haber comenzado a andar.
Me levanto y me siento como si fuera lunes, alguien ha adulterado mi calendario interior, juraría que hoy es domingo, mi documento de word me lo confirma, domingo 16 de septiembre de 2007, lo cliko, me desperezo y decido aunque solo sea por llevar la contraria -aun no estoy segura de a quien- voy a vivir como si fuera domingo, lo de hoy seguramente será más fácil, voy a ducharme, mientras me planteo como lo voy a hacer el resto de días de este mes, para vivirlos en domingo, la ventaja es que al día siguiente no será lunes, por tanto también podré disfrutar de las tardes de cada domingo.
Dicen y yo lo comparto, que somos lo que pensamos, que nuestros pensamientos generan nuestra vida, que para atraer lo que deseamos primero hemos de darlo, dicen que una luz apaga cualquier sombra, dicen que encontramos aquello que buscamos, aunque a veces lo haga con una apariencia distinta a la esperada, dicen que cuando dejamos de buscar es cuando realmente encontramos, que el amor genera amor, dicen tantas cosas interesantes, que voy a empezar a elegir las cosas que escucho.
Feliz mes de domingos al sol o a la lluvia, que eso no nos influya.
Brisa
La única manera de vencer a la guerra es a través de la paz, pero la paz no es noticia, así que apenas hablamos de ella. He estado buscando reseñas de actualidad sobre la paz y la escasez de ellas y la derivación a temas de violencia o de guerra en las escasas noticias que he encontrado me han dejado con una extraña sensación de cansancio. Miéntras, cada día nos bombardean con crónicas en las que todo tipo violencia, atentados y muerte, nos sobrecoge o en el peor de los casos nos deja indiferentes.
Quizás si, como dijo Einstein, pusiéramos la inteligencia al servicio del amor lo lograríamos, pero parece que nuestras mentes están tan ocupadas en defenderse o en atacar para lograr lo que consideran que es justo, que no les queda tiempo para inventar nuevas formulas para encontrar la paz o quizás es que buscamos en el lugar equivocado.
Sentir la paz , como se siente una caricia, hablar de ella para tenerla presente, buscarla para que nunca nos falte, pueden ser maneras de potenciarla, siempre podemos elegir de que lado estamos o, mejor aun, trabajar para que exista un solo lado, ser un eco de paz, para que eso sea lo que se escuche, puesto que se hace difícil bailar un RocknRoll al ritmo de un tango y viceversa, también lo es hacer la guerra mientras se hace el amor o se habla de paz, a lo mejor no estaría tan mal recuperar viejos eslóganes
Brisa
Eco-paz
Con los ojos empañados por la monotonía y el miedo, veía desfilar los días, incansables, adosados, arrastrándose al son de una música-máquina, tic-tac, tic-tac; fuera llovía barro, miraba aturdida su cara empapada en hastío, como paralizada, buscaba resignada el maldito paraguas.
Era invierno, siempre era invierno sin importar la estación, el frío recorría su espalda golpeándola o tal vez era un puño cerrado, el de un desconocido con quien vivía, mientras, se imaginaba en esa playa de agostos seriados, sumisos, de silencios robados, de citas clandestinas con su dolor, una historia interminable sin tregua.
Escuchó un ruido que le era familiar, levantó la mirada y un pequeño surco dibujo un arco iris en el cristal, un solo número, rompió el hechizo de su condena, tomó un pequeño bolso, apenas guardo un par o tres de objetos personales, tomó su libertad como único bagaje, un sonido metálico repetía estadísticas en el televisor, abrió la ventana, al otro lado una mano amiga, era todo lo que necesitaba para empezar una nueva vida.
Brisa
Lo imposible no existe, AMA.
Somos tan infinitos como nuestros sueños. Brisa
Cuando los sueños salen a nuestro encuentro, nos damos cuenta, que para crear, necesitamos permitir que fecunden las ideas, que existen limitadores de la realidad, suicidas de ilusiones, que podemos romper los limites de nuestros pensamientos, y así expandir lo que somos, fluir siendo. Es en esos instantes cuando nos dejamos tocar por el infinito, rozamos la perfecta imperfección, mientras el espacio y el tiempo pierden sentido.
Puede que no haya sabido expresar bien el concepto de lo que el infinito es para mí en el párrafo anterior, pero si hablo de un beso, de tocar el mismo cielo como si de una sola boca se tratará aunque sean dos. Si hablo de amar, de dejar de respirar ni que sea un momento, para escuchar únicamente el ruido del amor, cuando un cuerpo y otro cuerpo se confunden. Si hablo del baile de dos corazones que se abrazan al ritmo de los latidos intercalados de cada uno de ellos, seguramente cualquiera de nosotros entenderá que somos infinitos.
A veces me pregunto, a cuantos más necesitaremos llamar locos para percibir nuestra loca cordura, cuantas veces necesitaremos morir para que seamos capaces de aprender a vivir.
Brisa
A modo de presentación: hoy, como anteriormente hice con mi Rival y con la chica de los Rizos, me toca presentaros a Brisa, aunque muchos ya la conoceis por su propio blog o por los comentarios que hace en este. Su sección se llamará "Mirada personal" porque, efectivamente, ella tiene una mirada muy particular que deja su huella sobre todo lo que mira. Ya lo comprobareis. Odyseo
Perdida en la oscuridad de mi propia ceguera, oculta el alma tras un corazón roto, acorchada la piel por el frío que produce la brutal soledad que acontece en algunos días de asfixiante verano agonizo. Mientras, el calendario sigue marcando el paso del tiempo ajeno a mí no-vida. Brisa.
Esta puede ser tan solo una manera de interpretar una parcela de vida desde una mirada.
Filtramos lo que vemos, creamos un pensamiento acerca de ello, a veces incluso lo hacemos al revés sin ser conscientes de cómo lo hacemos y sin darnos cuenta de que en esos instantes estamos creando nuestro futuro.
Vivir en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno, depende mucho más de lo que creemos, de nuestra manera de mirar la vida, la ecología de una mirada puede transformar el mundo en que vivimos, si logramos ser congruentes con ella, si la dotamos de colorido.
Elegir es decidir que hacer con nuestros ojos, ver o no ver, puede que no sea una decisión personal, pero mirar es algo que está al alcance de todos y compartir miradas es algo que sin duda nos enriquece.
Hoy como respuesta a la invitación de un-unos AMIG@S (véase, escrito con mayúsculas y en negrita) me he atrevido al fin, a iniciar lo que espero y deseo sea, un compartir de miradas y mientras lo hacía me preguntaba.. ¿De que color son las miradas? Creo que la mía, es la de una aprendiza, viajera, que escucha, que ama, que cree que un mundo mejor es posible si se logra transformar desde lo pequeño, una mirada verde, color esperanza. ¿De que color es la tuya?
Brisa