23 de Julio 2008

Hombres y mujeres de provecho

Comportarse con decoro, sentar la cabeza, asumir la responsabilidad, ser discreto, sentir pundonor, ser humildes hasta el extremo de no admitir las propias virtudes, autocontrolarse, sentir vergüenza, pudor, culpa, miedo...
Nuestra educación, fielmente dirigida por nuestros padres desde la casa, por los curas desde el púlpito y nuestros maestros desde la escuela, se ha encargado de inocular soterradamente el veneno mencionado en forma de valores deseables. Valores que actúan como cadenas, eslabones que nos mantienen sometidos al dictado de quienes controlan el poder social. Todo buen ciudadano debería cumplir sus dictados para que la sociedad (no un ente abstracto y sin forma, sino el concreto, el del grupo humano que te rodea) le acepte como miembro del grupo con todas sus ventajas y privilegios. Si no, lo que le espera a ese sujeto antisocial es el anatema, el castigo, la sanción, la indiferencia, el estigma, la crítica, el aislamiento, la mirada torcida, el gesto agrio, el dedo señalador, el insulto, cualquiera de las mil formas que tiene el grupo para hacer valer su miseria moral por encima del individuo disidente.
Mantener esos valores ayuda al poder (de los poderosos). Los padres, que solo quieren el bien para sus hijos como todo el mundo sabe, si no hacen dejación de funciones, asumirán esos valores como propios y procurarán, en forma de consejos o admoniciones, que sus hijos los asuman de igual manera: nos enseñarán a ser rigurosos, disciplinados, serios, "hombres y mujeres de provecho". ¿De provecho para quién?
Nadie nos animará a ser soñadores. Ningún adulto que se precie de pertenecer al grupo social nos invitará a soñar, a ser transgresores, a ser creadores, seres originales, a ser poetas de la vida. Pero si tenemos la fortuna de habernos encontrado a una de esas personas en algún momento de la vida, coincidiremos que eso fue lo mejor que nos pudo pasar.

Escrito por odyseo a las 12:27 PM | Comentarios (3) | TrackBack

11 de Julio 2008

La gran estructura

Un hombre agoniza en un hospital. Le acompañan su mujer y una hija que mira por la ventana como cae la tarde, una cálida y soleada tarde de verano. Fuera una madre pasea con su hijo por el parque y se come un helado. Un policía apunta la matrícula de un coche mal aparcado. La camarera sirve una copa a una pareja de turistas. La vida alrededor se mantiene ajena a la desgracia de la familia del moribundo. Su tragedia es diminuta y no encaja en la escala de la gran ciudad. Ni siquiera una desgracia para la vida de la ciudad alteraría el ritmo y el sentir normal del país.
En los planes de la gran estructura nada modifica sus engranajes. Un maremoto que destroce toda una región del planeta no cambiará la agenda diaria de los millones de personas que se hacinan al otro lado del planeta. El gran plan debe continuar. Toda vida es ajena a las demás vidas. Insignificantes partículas.
Ni siquiera una catástrofe planetaria alteraría lo más mínimo los destinos y tareas de los seres de otras galaxias o de otros mundos. No somos nada.
La gran estructura sigue sus planes. Si acerca el oído escuchará un enorme griterío de fondo, indescirnible en su significado, apenas un murmullo, un rumor que se lo lleva el viento interestelar. Los que piensan que eso es Dios deben sentir plenamente su crueldad. A los que pensamos que no hay explicación a nuestro alcance solo nos cabe sobrevivir en el sin sentido. Todo eso dará igual.
Todo encaja en sus grandes e ignotos esquemas.
El hombre ya ha muerto ante el llanto silencioso de su familia. La mujer del parque ya se ha terminado el helado. El dueño del coche ha cogido el papel de la multa y lo tira con rabia a la calzada. Un anciano le mira con recriminación desde el banco donde descansa. La camarera ha terminado su turno de trabajo y se marcha a la parada de autobus. Le espera su novio. Tres países más allá la gente se muere de hambre y conseguir un trago de agua es el premio al esfuerzo de todo un día. A miles de kilómetros una bomba ha sesgado la vida de treinta personas mientras estaban en la cola de una oficina gubernamental.
En el Sol, mientras tanto, se han sucedido varias explosiones atómicas. Andrómeda sigue girando y flotando en el Universo. Transformación sin cambio.
La gran estructura mantiene el rumbo. Según lo previsto.

Escrito por odyseo a las 9:26 PM | Comentarios (12) | TrackBack

9 de Julio 2008

Pesadelo / Pesadilla

PESADELO

Há um terror de mãos na madrugada,
um rangido de porta, uma suspeita,
um grito perfurante como espada,
um olho exorbitado que me espreita.

Há um fragor de fim e derrocada,
um doente que rasga uma receita,
uma criança que chora sufocada,
um juramento que ninguém aceita,
uma esquina que salta de emboscada,
um risco negro, um braço que rejeita,
um resto de comida mastigada,
uma mulher espancada que se deita.

Nove circulos de inferno teve o sonho,
doze provas mortais para vencer,
mas nasce o dia, e o dia recomponho:
Tinha de ser, amor, tinha de ser.


PESADILLA

Hay un terror de manos de madrugada,
un rechinar de puerta, una sospecha,
un grito perforante como una espada,
un ojo desorbitado que me acecha.

Hay un fragor de fin y de derrumbe,
un enfermo que rompe una receta,
una criatura que llora sofocada,
un juramento que nadie acepta,
una esquina que salta de emboscada,
un trazo negro, un brazo que rechaza,
un resto de comida masticada,
una mujer golpeada que se acuesta.

Nueve círculos de infierno tuvo el sueño,
doce pruebas mortales que vencer,
mas nace el día, y el día recompongo:
Tenía que ser, amor, tenía que ser.

Nesta esquina do tempo, de José Saramago con música de Luis Pastor

Escrito por odyseo a las 7:42 PM | Comentarios (0) | TrackBack

1 de Julio 2008

¿Por qué es tan larga la palabra abreviatura?

Hoy en mi estado de ánimo podemos encontrar cielos parcialmente nubosos con posibilidad de precipitaciones débiles. Eso se traduce en marejada a fuerte marejada a la altura del mar de alborán que yo lo tengo como en la latitud de la cabeza.
Estoy vivo y esto es verdad fuera de cualquier tipo de maximalismo fanático. Hay quien dice que incluso ronco, lo que no deja de ser una clara muestra de masculina humanidad. Y para muchos eso sería suficiente. Pero a mí a veces me duele. Supongo que tiene que ver con el hecho de que estar vivo va acompañado de una consustancial ingratitud. A fuerza de ver todos los días el sol olvidamos que existe.
Transitamos la noche con la ignorancia del que no sabe y se pregunta, se pregunta constantemente por las cosas y sus razones. La vieja noche del alma, del hombre, animal incesante que interroga.
Se ciernen nubes de evolución que seguramente traerán tormenta. Navego sobre las ondulaciones de la horas, arriba y abajo aunque parezca que su movimiento me adelanta al viento y sus pesares. Mi tiempo de hoy va a la deriva. La iluminación de un solo rayo me basta y me consuela.
Me gustaría explicar la belleza y necesito encontrarle explicación.
Tal vez mañana encuentre algo más que abreviaturas.

Escrito por odyseo a las 8:44 PM | Comentarios (10) | TrackBack