Se miró en el espejo y se asustó de su propia imagen. Había pasado largo tiempo desde la última vez que lo hizo detenidamente y lo primero que se le ocurrió fue pasar la mano una y otra vez por el cristal pues no daba crédito a lo que sus ojos veían. La fealdad reflejada, su propia fealdad, le producía tal desagrado que era incapaz de sostener la mirada más que unos segundos. Fue entonces cuando, de manera aparentemente inexplicable, se deslizó una idea inquietante entre el vaivén de pensamientos, creencias y sentimientos que a diario invadían su mente; y no era que en breve cumpliría los cincuenta lo cual significaba que indefectiblemente el declinar de su vida sería vertiginoso, pues aún le acompañaba un vigor físico envidiable además de que el éxito profesional tampoco le era esquivo. Consideró pues, que tal vez las imágenes en el espejo eran la expresión de todos los sentimientos negativos que durante años había acumulado en su corazón y que aparecían condensados en aquel rostro tan cargado de resentimiento, agresividad y odio. Fue justo en aquel instante cuando recordó el gesto de sus padres cuando, en su más tierna infancia, se contrariaban ante alguna trastada suya, o cuando discutían ante sus ojos inocentes. Era aquel recuerdo, -el de sus caras desencajadas, feos semblantes y llenos de ira-, el que le arrojó no ya ante su irreconocible retrato, sino ante su veraz realidad, pues le hizo comprender que se había pasado media vida discutiendo, enfadándose con las personas de su entorno, juzgando siempre a los demás, incapaz de apreciar lo que de valioso había en su vida y en la de sus semejantes.
Delante del espejo, delante de si mismo, mientras mascullaba aquellas ideas y recuerdos notó que su propia efigie se transfiguraba en una sonrisa apenas sugerida, y es que habían acudido a su auxilio los versos que, noche tras noche, cuando los miedos se apoderaban de tan sensible criatura, le repetían hasta devolverle aquella alegría tan contagiosa en tiempos, y que ya en los arrabales de la vida apenas soñada:
Si miras el sol brillará en lo alto,
Brillará si observas que en el
Mundo hay otro mundo para
Amar.
El rival de Odyseo
Bello espejo, el que te devuelve tanta sabiduría de una sola imagen. Bella realidad, la que se descubre, aprendiendo a escuchar un reflejo de uno mismo. Dicen que la cara es el espejo del alma y yo también lo digo. Los recuerdos se pueden cambiar, las arrugas se pueden difuminar con una bella sonrisa y cualquier amargura se puede dulcificar con un verso. Cuando uno es capaz de darse cuenta de algunas cosas, se convierte en mago y el tiempo deja de ser su Dios.
Besos.
Escrito por Brisa a las 9 de Abril 2008 a las 11:49 PMBRISA: Bello y poético tu comentario. Por más que lo queramos evitar, todo sale hacia "fuera", y el rostro nos delata, nunca miente. ¿Te has parado a pensar lo feo que nos ponemos cuando nos contrariamos. Basta observar a la gente de nuestro entorno en esa circunstancia e imaginar que a nosotros nos ocurrirá lo mismo.
Un abrazo
Escrito por El rival de Odyseo a las 10 de Abril 2008 a las 12:57 AMRIVAL: uno tambien se pone muy feo cuando se ríe, y se arruga casi más que cuando se enfada :-)) Sí, estoy contigo, la realidad es la que es y somos nosotros los responsables de actitud que adoptamos ante ella. Hay por ahí un tipo que hace cursos de crecimiento personal y dice que el 10% de lo que ocurre en nuestra vida no lo elegimos sino que nos viene dado, y el otro 90% es de nuestra elección y sobre todo es la manera en que decidimos tomarnos las cosas.
Escrito por odyseo a las 10 de Abril 2008 a las 06:59 PMODYSEO: No comparto tu opinión en absoluto. Tú que eres tan aficionado a la fotografía busca imágenes de rostros contrariados y de otros en los que aparezca la risa. En este último caso es en el que podíamos aplicar la frase de "la arruga es bella".O bien observa a la gente de tu entorno. Creo que no es una cuestión de interpretación, de porcentajes o cosas por el estilo. Ni si quiera entro en analizar si elegimos la forma de responder de una determinada manera a la realidad o no. No recuerdo haber visto ningún rostro hermoso cuando está una persona enfadada, salvo la de esos críos que a veces están guapos de cualquier forma.
Escrito por El rival de Odyseo a las 11 de Abril 2008 a las 01:33 PMEstoy de acuerdo, la sonrisa vivifica un rostro, una mirada... un corazón. Cuando tenemos penas o amarguras en nuestro corazón, nuestro rostro se marchita pero cuando a pesar de ello tratamos de sonreir, nuestro rostro se embellece y nuestro cuerpo se reviste de dulzura y de paz.
Escrito por ATENAS a las 11 de Abril 2008 a las 08:27 PMATENAS: ...Si es que el refranero es muy sabio y cuando dice "que la cara es el espejo del alma" queda poco más que aportar.
Saludos.