13 de Diciembre 2007

Enredados en las notas discordantes de la rutina

Todavía no ha amanecido cuando diriges tus pasos hacia la odiosa parada del autobús.
Solitaria está hoy la marquesina. Encogido y silente buscas refugio en su esquina, de la misma manera que un cachorrillo rastrea el calor entre los pliegues de su madre.
Miras con preocupación la hora. Tres minutos de retraso tan sólo, compruebas. Te frotas las manos enguantadas con parsimoniosa espera.

A lo lejos una figura corretea entre los taciturnos juegos de sombras que proyectan las luces. Sonríes porque reconoces al que ha sido durante todos estos meses tu compañero de viaje. Hoy toca de nuevo una buena dosis de agradable charla insustancial. Antes de bajar en su parada, te ha hecho partícipe de lo duro que será comenzar la semana con los restos de un “naufragio gripal”. Mientras lo ves cruzar te descubres aliviado, la parada de autobús ya vuelve a ser lo que era. Enchufas los auriculares y tarareas quedamente las notas que resuenan en tus oídos. El son del piano y la guitarra te van acurrucando en el duro asiento del autobús mientras, entrecerrando los ojos, liberas la mente momentáneamente de cualquier atadura.
Unos minutos más tarde Manolo, el chofer, carraspea educadamente avisándote de que tu parada está cercana. Agradecido lo miras y te sitúas en la puerta de salida. Te observa alejarte. Se rasca la cabeza y piensa lo extraña que será la vida dentro de diez días cuando se prejubile. Pero no hay mucho tiempo Doña Rosita sube protestando y Germán el albañil viene, para variar a la carrera, poco se podrá cumplir el horario de la ruta, pero no puede dejarlo tirado.

Has llegado al despacho. Te preparas el café. La misma hora, la misma rutina y todas las cosas en su sitio. Colocas tan sólo a la derecha la grapadora. A Matilde, la limpiadora, se le habrá pasado dejarla en su posición inicial. Sentado, estiras perezosamente las piernas mientras reparas con sorpresa que es hoy, pasados los años, cuando cobra fuerza el dicho de tu madre: “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Incluso a la enésima repetición has descubierto el punto exacto en que imperceptible, la batería, hace su aparición estelar en la melodía que andabas escuchando en el autobús. Casi se podría decir que el instrumento parece narrar una metáfora musical de la vida. Te queda algo de tiempo antes de comenzar la reunión diaria con el equipo. Aprietas nuevamente el botón del mp3 y cierras los ojos para apreciar hasta el mínimo matiz. Y ahí están otra vez los acordes de la percusión que misteriosamente se funde sin buscarlo y despacito, convirtiendo en algo importante para ti, los enredos musicales de la rutina de las cosas..

La Chica de los Rizos

(escuchar la canción)

Escrito por odyseo a las 13 de Diciembre 2007 a las 07:18 PM | TrackBack
Comentarios

Haces una descripción muy curiosa de la rutina; con una mezcla entre lo sencillo y lo complejo, bien escrita y envuelta en un ambiente de rock sinfónico que transmite serenidad. Saludos.

Escrito por juanito a las 14 de Diciembre 2007 a las 11:39 PM

Compartimos muchas cosas, y esta de la música para acompañar a la vida y la rutina es una de tantas. Me gusta la música que has elegido para esas primeras horas de una jornada laboral :-)

Escrito por odyseo a las 15 de Diciembre 2007 a las 12:37 PM

La música, buena :)-Aunque no la he podido escuchar muy bien.. -

Cuantas maneras distintas existen de saludar el día.... Me has hecho pensar en todas esas diferencias, que a la vez me hacen sentir que en parte son las que nos llegan a unir a los seres humanos.

Besitos Rizos :)
Brisa

Escrito por Brisa a las 15 de Diciembre 2007 a las 05:26 PM

Ody, maravillosos los tres últimos post y la música de éste que me acompaña mientras te comento. Y sin rutina, pero como cada año, espero que te llegue desde mi Norte una felicitación y unos buenos deseos para el próximo año.
Besos...

Escrito por joía Jaio a las 16 de Diciembre 2007 a las 12:02 AM

Ody, maravillosos los tres últimos post y la música de éste que me acompaña mientras te comento. Y sin rutina, pero como cada año, espero que te llegue desde mi Norte una felicitación y unos buenos deseos para el próximo año.
Besos...

Escrito por joía Jaio a las 16 de Diciembre 2007 a las 12:02 AM

JUANITO: Si he de serte sincera el mérito lo ha tenido la persona que me pasó la música. Cuando se la escucha con atención parece que describe un día de cualquiera de nosotros. El resto es llegar a una parada de autobús, observar con detenimiento y anotar mentalmente a falta de papel. Un abrazo.

Odyseo: No podría entender la vida sin la música. De la misma manera que no podría vivir sin contemplar cada día una bella obra de arte. Quizá sea una manera extraña de vivir, pero es lo que realmente me libra de la quema. como ya le he dicho a Juanito, el mérito es de quien lo merece. Esta vez no he sido yo. ;-) Y sí afortunadamente compartimos muchas cosas y me siento afortunada por ello.


Brisa: Se corta al final, quizá sea por exceso de peso en el archivo, de todas maneras el trozo que me parece más interesante se oye bien ;-) Estamos rodeados de personas que sin querer llegan a ser parte importante de nuestras vidas. Aunque sean partícipes en una mínima medida. Sólo cuando perdemos el hilo de la rutina -como en muchas otras cosas- es cuando logramos darnos cuenta del sitio que ocupan en nuestro singular mundo. Un besote

Joía Jaio: Aunque tu comentario va dirigido a Ody, también te deseo lo mejor para el año próximo y los siguientes. Un abrazo

Escrito por Rizos a las 16 de Diciembre 2007 a las 07:13 PM

Bonito post. Es una rutina entre miles y millones de rutinas distintas.

Escrito por peke a las 16 de Diciembre 2007 a las 07:49 PM

PEKE: Pues sí Peke, rutinas distintas pero todas coincidentes.

Escrito por Rizos a las 17 de Diciembre 2007 a las 02:12 PM
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