Los verdaderos triunfadores de la celebración de cuerpos gloriosos fueron dos cuarentones que resistieron, que vencieron, y por eso triunfaron un año más, aunque luego haya quien no lo sepa agradecer. Pero el auténtico protagonista en el corazón fue llamémosle Vicenzo, el cuerpo de la fiesta, pues ronda el uno noventa, y que insulta no ya por su juventud sino por su humildad y nobleza, que no podía celebrar nada de lo que allí se celebraba pues sus años escolares han sido más bien un desastre; sus manos, sus largas manos, inocentes manos, temblarían si tuvieran que sujetar el fracaso de sus notas, pues, de momento, sólo puede ofrecer una mercancía que el mundo, -ese nuevo mundo que los demás celebraban-, no sabe apreciar. A Vicenzo le falta apetito para comerse el mundo. Ni el éxito, ni la fama ni la gloria le espera, no llega ni siquiera a mediocre pues es el fracaso en persona. Da la impresión de no tener metas ni objetivos, cuanto más para plantearse excelencias. Vicenzo no ha tenido que vivir tantos años como mi viejo Odyseo para sentir el dolor del tiempo perdido. Pese a su juventud, tal vez ni siquiera el tiempo por venir juega a su favor, y su naufragio seguramente sea el maldito porvenir, no el pasado. Yo me pregunto dónde le colocará la vida a mi querido Vicenzo. De momento, y sin que él lo sepa, la vida lo metió en el alma de su profesor de filosofía hace ya tres años, desde allí, desde el último pupitre, pues era el único que le permitía desplazar su enorme y delgado cuerpo para así hacer más llevadera la jornada escolar, hasta hoy, visibles todavía las huellas de la celebración del fracaso. Cuando los efluvios etílicos habían hecho su aparición en no pocos de sus compañeros, y la alegría desbordada regalaba apretones de manos, derrochaba fotografías en las que inmortalizar el momento o robaba besos a traición, mi querido Vicenzo, que no tenía nada que agradecer, que no tenía nada que pagar, se le acerca al cada día más cano profesor entre el neón y el decibelio mal acomodado y antes aún de abrir sus enormes brazos, dejando como suspendidos sus casi dos metros en el aire, le dice: profesor, ¿puedo darle un abrazo?. Lástima que los abrazos sinceros, las miradas comprensivas, los gestos cariñosos, las almas cándidas, los corazones nobles no sean evaluables, si no tú llevarías matrícula.
El Rival de Odyseo
Escrito por odyseo a las 28 de Mayo 2007 a las 11:31 AM | TrackBackA veces, los domingos voy de visita a mi pueblo, así veo a mis padres y hermanas; en algunas ocasiones con mi hermana hablamos de éste, aquel...y qué curioso..la mayoria de ocasiones me cuenta como le va a compañeros de estudios y siempre el que parecía que era muy superior a mi (al menos así lo sentia yo) le ha ido peor en la vida, enfermedad, separación, drogas......
La vida es un pelí cabrona a veces no???
A Vicenzo le espera una incógnita. Cuando yo daba clase siempre veía al típico que parecía que nunca le iría bien. Con el paso del tiempo me encantaba comprobar que había salido adelante tan bien o mejor que otros. No creo que se pueda hablar de fracaso a edades tan tempranas.
Escrito por peke a las 29 de Mayo 2007 a las 09:54 PMMADI: Es evidente que, a veces, las cosas cambian para algunos y para bien. Y la vida sitúa a los individuos en lugares para los que en principio parecía no había posibilidad.
PEKE: El término fracaso, como casi todos, es bastante relativo. Pero, a mi entender, cuando alguien no logra lo previsto, lo esperado, y además se prolonga la situación en el tiempo, sí que se puede hablar de un "cierto" fracaso. Bien es cierto que su vida, como la de muchos otros, por suerte, será todavía larga y seguramente haya tiempo para superar estas situaciones. De todas formas, Vicenzo tiene valores que para sí quisieran muchos.
Escrito por El rival de Odyseo a las 30 de Mayo 2007 a las 09:45 AMCada uno de ellos es un mundo casi por explorar. Nunca sabemos con antelación lo que habrá dentro de sus corazones ni lo que escribirá el destino sobre sus espaldas. Abandonan el viejo nido y abren sus alas. Del resto se ocuparán otros o ellos mismos.
Escrito por odyseo a las 31 de Mayo 2007 a las 08:33 PMMe has emocionado, ni imaginas cuanto.... Tarde o temprano la mayoría de las personas logran hacer algo a partir de la repetición, no conozco a nadie por torpe que aparente sea, que no haya aprendido a andar porque fuera muy difícil y así con casi todo. Pero los valores no se consiguen de esa manera, el mundo está quizás más necesitado de "fracasos" como Vicenzo, porque de "listillos sin valores" está demasiado lleno.
A ser diferente en una sociedad basada en resultados, se le llama fracaso, encontrar la motivación para "el éxito" no siempre es algo sencillo.
Me gusta tu lectura de Vicenzo, un abrazo Rival.
Escrito por Brisa a las 2 de Junio 2007 a las 10:35 AMODYSEO: Cada uno de ellos es un mundo por explorar y por "explotar". El problema es que muchas veces de ellos no se han ocupado como se debería, aunque no voy a ser yo quien diga como debe hacerse, y mucho menos juzgar los motivos. Con antelación sí que sabemos, a al menos "atisbamos" lo que hay dentro de sus corazones. Hay ciertas cosas que se ven de lejos, aunque nos podamos equivocar en algunas ocasiones.
BRISA: La mayoría de esos "fracasos" no es una cuestión de falta de capacidades, ni mucho menos. Para mi Vicenzo, ni muchos como él, son fracasados. Al contrario. Estoy cansado de ver triunfadores vacíos del más mínimo sentido humano.
Lo que nos tendríamos que plantear es cúal es el sentido del éxito en nuestros días...
Te aseguro que no es una lectura de Vicenzo lo que manifiesto. Vicenzo es así. Estos "Vicenzos" son auténticas joyas, eso sí, sin pulir en algunas de sus aristas.