En los soportales, sentado en una silla baja de anea, junto a una columna, había un vendedor de barquillos, reliquia de una profesión y de una golosina que pertenecía a las épocas heroicas, restos de un mundo neorrealista en trance de extinción. Era un pobre viejo, envuelto en ropas anacrónicas y en bufandas pardas, con el cabello alborotado y bohemio, la barba entrecana y el cuerpo arrugado, hecho a las inclemencias de la plaza. Tenía ante él el barquillero, de un rojo antiguo que había adquirido la policromía opaca de los desperfectos y los años, y con el mágico mecanismo de la ruleta en la tapadera. En otro tiempo, los niños se acercaban al vendedor de barquillos en los días de fiesta y pagaban cinco céntimos o diez céntimos (perras chicas, perras gordas) para dar impulso a la ruleta. Los ojos infantiles seguían ávidos e impacientes el giro vertiginoso inicial de la ruleta, la progresiva ralentización y la vacilación final al detenerse, un caprichoso y cansino ir cayendo de número en número, el veinte, el dos, el cinco, el diez, hasta pararse del todo en un número concreto, el premio del azar. Los niños aspiraban al veinte y temían al dos, que eran los extremos de la suerte, y la atracción del número era superior al sabor de los barquillos que recibían a cambio. Pero eso era en otros tiempos, diría el vendedor de barquillos. Ahora los niños no sentían atracción alguna por el barquillero, ni por los barquillos, ni por la ruleta. Y si el vendedor de barquillos seguía sentado junto a aquella columna era por vocación y por derechos adquiridos, porque a su edad no podía darle otro sentido a la vida que no fuera la obligación de ocupar cada mañana su puesto de toda la vida junto a la tercera columna. El forastero lo había visto allí mismo y, acaso como una rememoración de su remota infancia, de los tiempos de albahaca y hierbabuena, se quedó mirando con fascinación el mecanismo de la ruleta. El vendedor de barquillos advirtió la nostalgia de aquella mirada y sonrió con bondad ¿Es usted forastero, verdad?, le preguntó. El forastero asintió con mansedumbre. No se preocupe, oyó decir, aquí todos somos forasteros
Gonzalo Hidalgo Bayal. Paradoja del interventor
El rival de Odyseo
Todos somos forasteros en el tiempo que nos ha tocado vivir. Yo me siento de otro tiempo, pero procuro no permitirme el lujo de repetir mis actos por pura rutina o por nostalgia, aunque la belleza de otros tiempos los acompañe.
Escrito por odyseo a las 1 de Mayo 2007 a las 12:01 PM"Los ojos infantiles seguían ávidos e impacientes el giro vertiginoso inicial de la ruleta, la progresiva ralentización y la vacilación final al detenerse, un caprichoso y cansino ir cayendo de número en número, el veinte, el dos, el cinco, el diez, hasta pararse del todo en un número concreto, el premio del azar"
Ese simil con la vida, me ha hecho reflexionar acerca de, que en realidad la vida, puede que con la edad, se ralentice, pero a la vez se la puede dotar de más intensidad,la sensación de que se puede detener YA, ante cualquier número, puede dar un sentido mágico a cada fracción de tiempo que pasa, hasta que lo hace.
Un abrazo Rival.
Escrito por Brisa a las 1 de Mayo 2007 a las 12:33 PMPor eso que todos somos forasteros hay que continuar el camino...pasajeros al tren...
Escrito por Rizos a las 1 de Mayo 2007 a las 05:45 PM¡Qué viejos somos! (demostración de constancia)
Escrito por Luis Amezaga a las 1 de Mayo 2007 a las 06:52 PMInquietante verdad Brisa ,es nostalgia . Somos forasteros o mejor como dice Carrasco inquilinos del mundo.para algunos párese que el tiempo los detuvo en una instantánea seguramente para hacernos recordar que la historia perdura mientras estemos aunque preferiría haber nacido 20 siglos posteriores a este tiempo. Supongo que en ese tiempo alguien engalanará el puesto del barquillero.
Escrito por dimelo tu a las 1 de Mayo 2007 a las 08:04 PMHola Dímelo tú :) ahora voy un poco corriendo, pero es cierto, resulta inquietante, ayer lo leí varias veces y pensé que quizás es esa falta de sentimiento de ser ciudadanos de cualquier momento de nuestra vida, de sentir ese sentimiento de pertenencia a nuestro propio yo, a nuestro propio momento, lo que nos hace tener ese sentimiento de búsqueda incansable, pero sobre todo de no encontrar, de sentirnos tantas veces fuera de contexto en nuestra propia vida.
Habrá que hacer nuestros cada momento que vivimos, como si nuestra vida y el tiempo fueran una especie de sistema fractal.
Gracias por la reflexión añadida. Un abrazo
Brisa
PD: Por cierto disculpen que me haya colado, pero es que estaba la puerta abierta y no me pude resistirrrrrr ;)
Escrito por Brisa a las 2 de Mayo 2007 a las 09:21 AMODYSEO: No tengo muy seguro que todos seamos forasteros en el tiempo que nos ha tocado vivir. Da la imprresión de que son muchos los que se hayan perfectamente adaptados y no sienten ninguna extrañeza. Puede que te sientas hijo de otra época, aunque aún tu tiempo no pasó.
BRISA: El final, la gran certeza. La edad, la gran eneñanza. Saber conjugar las dos cosas, el gran aprendizaje.
RIZOS: ¿Pero en qué tren nos queremos montar? Yo, sinceramente, no estoy dispuesto a montarme en cualquier tren. Es más, me resisto con todas mis fuerzas a subirme a algunos. Vamos teniendo ya una edad, sobre todo algun@s, que no nos podemos permitir ya según qué cosas, al menos si queremos ser medianamente coherentes.
LUIS: Sabes muy bien que cumplir años no es un ejercicio de constancia fundamentalmente. Puede que tenga incluso más de cobardía. Ejercicio de constancia es no permitir que la vida sea vivida de cualquier forma, renegando de lo que somos o siendo lo que no queremos.
DIMELO TU: El barquillero y su mundo es un símbolo ya de otra época, ni mejor ni peor, pero de otra época. Aparte de los recuerdos que a algunos nos puedan traer esas imágenes, no es sólo una cuestión de nostalgia. Debe servirnos de reflexión para considerar qué hemos dejado por el camino que merezca la pena recuperar, pues no todo lo que ha sustituido al viejo mundo es bueno, ni mucho menos.
Escrito por El rival de Odyseo a las 2 de Mayo 2007 a las 09:49 AMPués fijaos que yo hace tiempo tengo asimilado que mi lugar en este mundo no lo voy a encontrar, así que...en ello estoy, paseando por lugares y siempre como una forastera
Escrito por Madi a las 2 de Mayo 2007 a las 11:21 AMLa pregunta sería entonces ¿En qué tren nos dejarán montar?
(A ciertas edades automáticamente se nos convierte en material de desecho. ;-))
Mientras no sea en uno de aquellos trenes rigurosamente vigilados.....
En fin será lo que tenga que ser
Mientras no sea en uno de aquellos trenes rigurosamente vigilados.....
En fin será lo que tenga que ser
Hablais de trenes de otra época, con carbonilla y asientos de madera, cuando hoy los trenes (como la vida) van a la velocidad del AVE.... y algunos ni siquiera los vemos.
Escrito por odyseo a las 3 de Mayo 2007 a las 09:50 AMA mi que me den el orient expres
Ummm cuanto glamour!!!!!!!!!
MADI: ¿Y quién puede estar seguro de haber encontrado su lugar en el mundo? Está muy bien eso de pasear por él y disfrutar de los paisajes del mismo por si alguno resultara de nuestro agrado.
RIZOS:¡Qué pesimista te encuentro amiga! Algunos todavía somos material reciclable y no de desecho.
MADI: Hoy está todo más vigilado que nunca, aunque no nos demos cuenta.
ODYSEO: El arte de vivir está hoy en saber elegir los momentos y relentizarlos convenientemente.
MADI: A mi el tren "casi" que me da igual. Yo preferiría poder escoger las personas con las que realizar el viaje.
Escrito por El rival de Odyseo a las 3 de Mayo 2007 a las 03:07 PMPués tienes razón oye, que más da el tipo de transporte.
Siempre, siempre lo que cuentan son las personas,que también son difíciles de encontrar no te creas.
Joer, creo que me estoy enviciando de este blog y de vosotros.
Chao!!!
Creo que tienes razón, lo importante no es el tren sino la compañía... de hecho recuerdo no hace mucho ... un tren hacia Varsovia..... no estuvo mal.
Escrito por odyseo a las 3 de Mayo 2007 a las 07:39 PM¿Pesimista? Pues no, para nada.
Una cosa es que nos quieran convertir y otra bien distinta que nos dejemos ;-))
Me sumo a lo de escoger.
Escrito por Rizos a las 3 de Mayo 2007 a las 08:38 PMMADI: Tal vez no sean tan difíciles de encontrar las personas propicias para nuestros viajes.
Bienvenida al clud de los "viciosos".
ODYSEO: Yo repetiría.
RIZOS: Pues vaya preparando la lista.
Escrito por El rival de Odyseo a las 4 de Mayo 2007 a las 09:43 AM