9 de Noviembre 2004

La vida de nadie

Hace poco he visto La vida de nadie , una película española del año 2003, dirigida por Eduard Cortés y que cuenta con José Coronado y Adriana Ozores como protagonistas.
La historia me hizo reflexionar sobre todas esas personas que viven vidas falsas, vidas que no son las suyas, vidas de engaño y mentiras que se construyen poco a poco y van engrosando la enorme bola de nieve que termina por arrastrarlos al abismo de la nada.
Muchas de esas vidas perfectas que vemos a nuestro alrededor se sustentan sobre esas arenas movedizas. Las apariencias muchas veces engañan y lo que parece una persona tocada por los dioses, que ha alcanzado el éxito y goza de un elevado nivel de vida, en ocasiones resulta ser un pobre desgraciado que no tiene nombre, honor, ni vida real propia. Las aceras están llenas de seres ajenos a sí mismos, que viven en el engaño: salen de sus casas como si fueran a un trabajo estupendo en una empresa puntera y gastan sus horas en parques donde nadie les conozca mientras llega la hora de regresar a un hogar cuya felicidad se basa en la mentira: él engaña a su esposa, ella está enamorada de otro; el dinero con el que viven es robado, sus gestos, sus palabras, sus actos son también robados, y todo es falso. Son vidas llenas de miedo y vergüenza, vividas siempre al límite.
Algunos empiezan por una primera mentira, simple, casi inocente. Pronto a esa mentira sigue otra y luego otra. Cuando empiezan a darse cuenta de algo están inmersos en una espiral de la que no saben cómo salir. Enredados en su propia tela de araña, algunos la única salida que encuentran es la huída hacia delante, tapando una mentira con otro mayor y así ad infinitum.
Al final todo el castillo de naipes se viene abajo, quizás por un detalle insignificante al lado de la enorme obra de ingeniería que es su vida aparente para ese entonces, pero su derrumbre arrastra todo a su paso: trabajo, familia, pareja, amigos... y a uno mismo. Entonces, cuando no queda otro remedio que quitarse la máscara, uno se da cuenta que tras ella ya no vive nadie, que la máscara ya no ocultaba nada más que un enorme vacío donde la vida hacía tiempo que había desaparecido.
Uno descubre que ya no es nadie, que su nombre ya sólo es un nombre, letras, nada. Los demás pierden a un padre, a un marido, a un hijo, a un vecino o un amigo, pero él pierde toda la vida.

No apta para mentirosos compulsivos ni vividores de la apariencia.

Escrito por odyseo a las 8:39 PM | Comentarios (20) | TrackBack

29 de Junio 2004

Blade Runner

Hoy mi amiga Shered me ha recordado una de mis películas preferidas, Blade Runner. La lucha entre el hombre y unas máquinas casi perfectas creadas por él mismo: los replicantes.
De ambiente gótico y sobrecogedor, con una lluvia continua a lo largo de toda la película y escenarios grotescos que recrean la deshumanización del mundo en ese futuro cada vez más cercano. Criatura versus creador, la criatura que se rebela contra las limitaciones impuestas por su creador y que recibe el castigo por ello. Una triste metáfora del género humano.
El momento crucial de la película se basa en el diálogo final entre Roy (el replicante) y Deckard (el hombre), cuando éste es salvado in extremis de caer al vacío:

- (Roy): "¿No eres tú el mejor? Vamos, muéstrame de qué estás hecho."
Y sigue diciendo:
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.
Atacar naves en llamas más allá de Orión.
He visto rayos-C brillar en la oscuridad
cerca de la puerta de Tannhäuser.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo
como lágrimas en la lluvia.
Es hora de morir"

Y nosotros, ¿mostramos de qué estamos hechos?

Escrito por odyseo a las 5:50 PM | Comentarios (27) | TrackBack