7 de Marzo 2004

Escorados de desesperanza

Haciendo un repaso de lo ocurrido en las últimas elecciones generales en diferentes países europeos de gran tradición democrática y grado de civilización indiscutible (Francia, Austria, Holanda, Suiza...), uno llega a pensar que el electorado europeo tiene una serie de características comunes que le van escorando hacia la derecha más rancia, xenófoba e intolerante. Curiosamente, muchos de esos mismos votantes franceses de Le Pen hace unos años, de Haider hace muy poco en Austria, de Berlusconi-Fini-Bossi en Italia, del malogrado Pim Fortuyn en Holanda, de la figura en ascenso de Stoiber en Alemania, eran militantes de izquierda en la pasada década.
Este fenómeno tiene que ver con lo que el sociólogo Manuel Castells llama la crisis de lo político. Crisis que se vive en todo el planeta de forma global (ya vimos la dificultad para encontrar presidente duradero en Argentina; vivimos a diario el problema de los chavistas y antichavistas en Venezuela; Japón, la segunda economía mundial, vive momentos de incertidumbre debido a la enorme corrupción de su sistema político endogámico y mafioso; India y Pakistán experimentan un fuerte ascenso de los grupos políticos más fundamentalistas y nacionalistas exacerbados) y que lleva a concluir a Naciones Unidas que los ciudadanos no se sienten representados por sus gobiernos en una proporción de 2/3.
Tal descontento o desacuerdo nace de la pésima opinión que tienen sobre la honestidad y sentido del servicio público de los políticos, llevándoles más a votar en contra de lo que temen que a favor de lo que esperan. Así, la imagen de un Berlusconi perseguido por la justicia y auto-amnistiado con la ayuda de la izquierda italiana, un Bossi xenófobo confeso, un Fini neofascista rehabilitado, un Aznar amigo de estos y de Bush (¿qué puedo decir de Bush?), producen hastío entre el electorado, que mira entonces hacia la oposición en busca de una alternativa, pero que lo que encuentra es a una serie de políticos mantequitas (la expresión se la debo a Pérez-Reverte), sin sangre, que no creen en lo que dicen, que procuran bailar con todas y así les va. Ante eso, el electorado se defiende votando a aquellos grupos populistas (tanto de izquierda como de derechas) más radicales, o quedándose en casa sin atreverse a votar por miedo a perder su dignidad de ciudadanos. Son miles y miles, cada vez más, de ciudadanos escorados de desesperanza.

Escrito por odyseo a las 7 de Marzo 2004 a las 05:50 PM | TrackBack
Comentarios

¿Porque dejamos que la politica se inmiscuya en nuestras vidas?
Por cierto, tienes cromo? Pasamelo y te agrego con cromo. Besos

Escrito por Lore a las 8 de Marzo 2004 a las 01:20 AM

Yo mejor no hablo de política, sólo pase a saludarte =)

Escrito por Nanni a las 8 de Marzo 2004 a las 02:24 AM

Puag, a mi estas épocas pre-electorales me dan ganas de vomitar.
Ganas de vomitar porque no hay un partido que sea mínimamente decente.
Ganas de vomitar porque sabemos que gane quien gane no cambiará nada para el/la españolit@ de a pie.
Ganas de vomitar porque sino voto me inhibo y es como si me diera igual, por eso yo voto, pero si voto, a quien lo hago?
Es como si toda la clase política estuviese cortada por el mismo patrón y no ves un aire fresco, renovado, con ideas nuevas, y lo que es más importante, esperanzadoras, al que aferrarte.
Me resuslta muy triste y me siguen dando ganas de vomitar.

Escrito por lua a las 8 de Marzo 2004 a las 04:47 PM

Es cierto Lua, lo grave es que el ciudadano que quiera ejercer su derecho al voto lo mismo piensa que no tiene entre qué elegir, no porque sean iguales, sino porque ninguno le ofrece la más mínima garantía o simpatía.

Escrito por odyseo a las 8 de Marzo 2004 a las 05:14 PM

Yo no estoy ni escorado. Yo estoy hundidoooooooo

Escrito por Tu rival más..... a las 9 de Marzo 2004 a las 11:43 AM
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